martes, junio 13, 2006

TALAL, UN IRQAUí EN EL ALMA

Talal era un joven iraquí que estudiaba económicas en Málaga y su amiga Caroline era escocesa y estudiaba idiomas. Con los dos coincidí en un curso acelerado de esperanto en la Facultad de Filosofía y Letras de la ciudad de Cenachero, a finales de la década de los setenta. Talal y Caroline eran novios y estaban unidos por algo más que un sentimiento de amor. Me daba la impresión de que eran la misma persona.Después de cada sesión del curso salíamos de la Facultad y nos dirigíamos a Chinitas para sentarnos en alguna bodega o cafetería para disfrutar de un rato de charla y convivencia que, muchas veces, se alargaba durante horas.Algunas veces, Caroline se iba antes que nosotros para recibir las llamadas telefónicas de sus padres, momentos que Talal y yo aprovechábamos para hablar en árabe de temas más cercanos a nosotros que Caroline no habría podido entender y, menos aún, según la forma en la que los interpretábamos.Talal, Caroline y yo acabamos creando un grupo muy peculiar. Cada uno de nosotros dedicaba sus ratos libres a descubrir el pensamiento de los otros dos compañeros y, curiosamente, entre los tres lográbamos cada noche hallar soluciones para los problemas que se vivían en el mundo en aquella época.En aquel tiempo, Iraq disfrutaba de un auge cultural considerable dentro del mundo árabe. Allí se hallaban las mejores imprentas y las mejores publicaciones periódicas nos llegaban también de allí tras la casi paralización de las imprentas y editoriales libanesas. Para los intelectuales del mundo árabe, Iraq era la principal fuente de libros y publicaciones, tanto en cantidad como en calidad. Este predominio cultural venía además avalado por los 5.000 años de historia del país.En una bodega de Chinitas trabajaba de camarero un joven "rosa mariposa" muy gracioso que, cuando nos veía asomar por su establecimiento, decía a uno de sus compañeros con una gracia desmesurada: "Ya están aquí los peques... un vasito de leche templá pa ca uno y argo de comé que no tenga jalufo". Ni Talal ni yo bebíamos bebidas alcohólicas y Caroline, comprensivamente con su novio, acabó siguiendo su norma, lo que me hacía admirar cada vez más a esa joven escocesa.Talal tenía unas perspectivas de futuro muy esperanzadoras. Una vez me dijo que el mundo les pertenecía a los jóvenes, que eran quienes debían cuidarlo y dirigir sus destinos, y que los viejos -como Tito, Burguiba o Castro- debían retirarse. Mientras que el mundo evoluciona, señalaba Talal, ellos seguían aferrados a sus "glorias" pasadas. Tenía mi amigo Talal un amor incondicional al mundo árabe hasta el punto de que en el piso donde vivía tenía colgadas varias fotografías de algunos líderes árabes. También tenía, junto con el Corán, un libro de poesía iraquí publicado por el Instituto Hispanoárabe de Cultura y otro sobre poetas iraquíes en árabe, editado en Iraq. Talal recordaba como después de la guerra civil los países árabes ayudaron a España a superar su hundimiento económico y como Iraq envió gratuitamente a España barcos enteros cargados de petróleo para ayudar a este país a superar su crisis energética. Ahora, unas décadas más tarde, este favor ha sido pagado por el gobierno español (de Aznar) con el apoyo a unos locos que están llevando a la deriva la dignidad humana.No sé dónde estará ahora mi amigo Talal. Lo último que supe de Talal y Caroline fue que tenían dos niños y una niña y que eran profesores universitarios en Iraq, pero eso fue antes de la Guerra de 1991. No sé si vivirán ahora o no, pero me consta que su espíritu combativo por la dignidad nunca desaparecerá de aquella sagrada tierra que fue bendecida por la Divinidad.

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