sábado, junio 10, 2006

ABDELLATIF LIMAMI / UNAMUNO POR MEDIO

Miguel de Unamuno y la guerra de Marruecos

Abdellatif LIMAMI
Universidad de Rabat


Muchos son los escritores españoles de la generación del 98 que prestaron su pluma para escribir sobre una temática hispano-marroquí. Movidos por una causa humanitaria y/o civilizacional, empujados por posturas ideológicas o de principios, determinados por un sentimiento de amor y respeto por los vecinos de la otra orilla, estos escritores transmitieron al público español, pero también al público hispanohablante, sus impresiones, sus comentarios y sus inquietudes.
Hablando de « inquietudes », la mayoría de las veces, estos escritores se valían de un asunto externo para tener una opinión crítica sobre una situación político-económico-social interna. Es el caso de los que opinaron en su debido momento sobre la guerra de Marruecos, entre ellos, Miguel de Unamuno, una de las ilustres figuras de la generación del 98.
Este artículo -que presentamos más como una aproximación analítica de un discurso que como un análisis del especialista del tema- recoge artículos periodísticos del autor y un poema suyo. Se trata de escritos que se inscriben en dos géneros distintos: el ensayo periodístico y la poesía.
Los tres trabajos -a nivel metodológico- no presentan ninguna dificultad de análisis, simplemente porque nuestro propósito no es someter a un examen escrupuloso y meticuloso la escritura de Miguel de Unamuno sino presentar más bien las constantes ideológicas de los tres textos mostrando como giran en torno a una misma preocupación y a unas mismas inquietudes.
Como queda señalado, se trata de un poema y de dos artículos recogidos en el periódico La Nación de Buenos Aires, entre 1919 y 1924 « una fecha que corresponde a la interrupción de las colaboraciones del autor en dicho periódico bonaerense » (Artículos...p.9). El poema lleva el título de Salutación a los rifeños. Está escrito en Bilbao-Salamanca en agosto de 1909 y recogido en Poesías sueltas in Obras completas (1969). En cuanto a los dos artículos, el primero apareció en La Nación de Buenos Aires el 23 de octubre de 1921 bajo el título de Guerra de Marruecos y el segundo fue publicado en el mismo periódico el 4 de diciembre de 1921 bajo el título de El protectorado de Marruecos. Estos artículos fueron recogidos, con un breve comentario, por Luis Urrutia Salaverri en un trabajo titulado Artículos en « la Nación » de Buenos Aires (1919-1924), obra publicada en 1994 por la Universidad de Salamanca (España).
El primer artículo tal como aparece en esta edición lleva un título general “Unamuno expresa su opinión sobre la guerra de Marruecos” y un subtítulo bastante largo que desempeña el papel de resumen o clave del artículo (El terrorismo frente a frente del quijotismo y una consecuencia de la neutralidad observada durante la guerra de Europa). En cuanto a su estructura general, queda determinada por dos subdivisiones introducidas por dos títulos: I. Descubriendo el fondo; II. La filosofía del carnero. En cuanto al segundo artículo, lleva como título El protectorado de Marruecos y consta de una sola subdivisión.
En esta presentación de estas tres aportaciones de Miguel de Unamuno acerca del tema, nos guían las siguientes hipótesis: ¿Cuáles son factores socio-políticos y económicos que determinaron la producción de similares textos? ¿Qué relación dialéctica podemos establecer entre el espíritu de estos textos y la situación de la España del momento? En fin, ¿Qué opinión y que postura -a través de estos textos- tuvo Miguel de Unamuno frente a la guerra de Marruecos?
Tratándose de fijar las circunstancias que dieron lugar a semejantes pensamientos, señalamos que el poema fue escrito en Bilbao-Salamanca en agosto de 1909, dos meses antes de la demisión, el 21 de octubre de 1909, del conservador Antonio Maura 1907-1909. En cuanto a los dos artículo, el primero está fechado el 23 de octubre de 1921 y el segundo el 4 de diciembre del mismo año; o sea, en los años que precedieron la dictadura de Primo de Rivera que « significó la ruptura definitiva entre el Dictador y el hombre juez y defensor de la conciencia española ( Artículos..., p.9), a raíz del 12 de octubre y de la Fiesta de la Raza y del desastre de Anual que tuvo lugar el 21 de julio de 1921 (el autor se refiere aquí a Unamuno).
Por todo ello, la escritura sobre un tema que aparece como ajeno, se transforma en una excelente oportunidad para echar una visión crítica sobre la situación regional y nacional del momento y expresar sus más íntimas convicciones sobre los acontecimientos del momento.
El primer artículo arranca con la primera guerra mundial (1914-18), más precisamente con la postura « neutral » de España durante esta guerra; lo que hizo que el pueblo español se presentara dividido en dos bandos (los germanófilos y los aliadófilos), « creando una verdadera guerra civil, de pluma y de lengua, por escrito y por palabra » (Artículos..., p.87) y que no era más que un sencillo pretexto para « renovar el viejo pleito del liberalismo español » (Artículos... p.87).
Con el derrumbamiento del frente germánico y el fin de las esperanzas de una seudo-neutralidad, se vuelca en el sueño de un nuevo Imperio que incluye a Tánger (Estatuto internacional) y Marruecos. Se vuelve así otra vez a la misma situación de un pueblo dividido en dos bloques: los demócratas que « propugnan el abandono de la empresa africana » (Artículos..., p.89) y los partidarios más decididos de « una acción enérgica en Marruecos, de una verdadera conquista » (Artículos..., p.88).
Citando a Schopenhauer y a Nietzsche, Unamuno hablará -refiriéndose al pueblo español- de un pueblo « de la desesperación resignada y del nihilismo » (Artículos..., p.89) y en que se abusa mucho del empleo de palabras muy groseras; lo que da lugar en la parte subtitulada Filosofía del carnero, a una fuerte crítica contra el machismo. Un hombre por muy macho que sea -afirma Unamuno- « puede ser muy poco hombre, sobre todo si anda escaso de mollera » (Artículos..., p.90).
Esta carencia -afirma el autor- se ve de manera más clara cuando « llegan días de prueba espiritual para la vieja España » (Artículos..., p.90). Unamuno hace referencia aquí como con un poco de inteligencia, uno (se refiere aquí a los defensores de la intervención en África) habría podido evitar « una guerra, a caso absurda » y que el autor compara a una corrida de Toros que se contempla con indiferencia, con poca inteligencia y con poco respeto a los valores universales:
« El trágico espectáculo de la guerra de las naciones que contemplamos desde la barrera, como una corrida de toros /.../ sirvió para corroborar la filosofía del carnero y el odio a la inteligencia. Que es el odio a la democracia, a la libertad y a la justicia » (Artículos..., p.91).
Así, la crítica de la empresa guerrera y expansionista española en Marruecos se transforma en una clara oportunidad para criticar una Europa que se percibe - en Salutación a los rifeños- como tierra del exilio y que se entreve como « grasienta, muelle de avaricia y de lujo » (Salutación...p.19); una tierra de celta « de arianos petulantes, presuntuosos, con licencia y el oro siempre a vueltas » (Salutación...p.19) con « la ciencia y el oro siempre a vueltas ». Es una raza que el autor considera como su propia vergüenza: « ¡Ay mi raza selvática y hermética - mi raza vergonzosa, (Salutación...p.20). La vergüenza proviene aquí de una civilización superficial de:
«... estos pueblos europeos / esclavos de razones, soñadores ateos / de sueños nebulosos... » (Salutación....p23);
una civilización determinada también por la avaricia en más de un aspecto:
« ¿Qué es eso a que dan mil sonoros nombres / de civilización? / Avaricia, avaricia de dinero, / de placer, de esperanza, /avaricia de vida, » (Salutación...p.22)
Hablando de los « pobres » moros, Miguel de Unamuno encontrará otra vez la ocasión de fustigar una cultura europea moribunda y que procura domar al otro con mentiras e ideas de escaso valor :
« Europa os domará con las patrañas / a que llama cultura, / con su grasa verdura /.../ / con sus pérfidas mañas, / con su arte insustancial que nada vale /contra la muerte» (Salutación...p.20)
Volviendo al tema de la guerra, Miguel de Unamuno -en un tono lleno de compasión- se dirige a los vencidos para asegurarles que son víctimas no de la bravura sino de los artificios, de los cañones, de las mentiras y del arte funerario de estos nuevos fenicios:
« ¡Os vencen, con cañones y artificios / estos nuevos fenicios,
os doman con mentiras, » (Salutación....p.21);
« Os harán de la tierra cementerio / y con sus artes ornarán la muerte reduciendo la vida a ser misterio. / Eso, su arte, es siempre funerario, / es el rico sudario / de una fe que se muere en un Dios muerto, / un Dios ateo, /un Dios de las ideas, Dios incierto. » (Salutación....p.22).
El canto final es una invitación a la lucha contra esta hipócrita avaricia:

de esos que hacen de Cristo monopolio / y hasta alcahuetería, / y la cruz por bandera / -con la cruz se protege mercancía- » (Salutación.... p.23).
Es también un canto a una fe común en la inmortalidad de una conciencia que agoniza bajo el peso del lujo, de la avaricia y de una ciencia transformada en ceniza del eterno saber:
« Es nuestra fe una misma, / fe en la vida inmortal de la conciencia / esta fe que agoniza / bajo la pesadumbre de la ciencia / entre esos pueblos de avaricia y lujo; / ciencia menguada que es sólo ceniza /del eterno saber... » (Salutación....p.24).
Más allá de esta fuerte crítica que M. de Unamuno dirige a un mundo que califica de superficial y moribundo, llega incluso a identificarse tanto con el pueblo marroquí como con sus valores y sufrimientos. Así, y desde el principio del poema, Unamuno se dirige a los rifeños calificándoles de « hermanos » y haciendo suya una guerra que llevan los moros -sin esperanza y más allá del ímpetu de la victoria o gloria- contra los cristianos:
« ¡Sois mis hermanos, sí, sois mis hermanos! / Lucháis sin esperanza de rescate / contra cristianos / y no por la victoria, / por la victoria no, ni por la gloria, / ¡lucháis por el combate!
¡Es nuestra guerra, / la que férreo rojo la verdura / abonó antaño en esta nuestra tierra! (Salutación.... p.19).
Esta identificación del autor con una causa mora, se explica por la apertura de sus ideas y por su espíritu humanitario. Así, y en vez de ahondar las diferencias religiosas y transformarlas en una barrera que obstaculiza toda comunicación, M. de Unamuno predica una cohabitación pacífica entre todas las comunidades religiosas basada en una fe mayor que lleva a una gloria común y que consiste en compartir los mismos espacios y principios:
« ¡Vosotros enemigos...! / El cielo es grande; en él todos cabemos; / El alma es inmortal; no hay fe sino ésta / de que somos testigos./.../ / Y un mismo Dios tenemos, / el de Cristo y Mahoma, / el Dios del Sinaí, de Meca y Roma /.../
Unidos en la fe, sola victoria / por medio de estos pueblos europeos / esclavos de razones, soñadores ateos / de sueños nebulosos, / iremos a la gloria / a la del otro mundo / de que es la muerte en el combate el alba, /a la que Dios reserva a los creyentes » (Salutación....p.23).
Desde el campo de batalla, esta fe en la vida -concebida como único rescate- lleva finalmente a la victoria verdadera, es decir a la inmortalidad de la conciencia
« la fe es nuestro rescate, / la señal del Señor va en nuestras frentes. / Él nos coge del campo del combate / y nos lleva a la vida duradera; /.../
Es nuestra fe una misma, / fe en la vida inmortal de la conciencia, / esta fe que agoniza
bajo la pesadumbre de la ciencia» (Salutación....p.24)
« gozaremos la paz, que es la victoria, / pisoteando la escoria / del mundano saber... » (Salutación....p.24).
Las mismas ideas se desprenden de los artículos. Esta triste guerra de Marruecos afirma Unamuno, no es « ni civil ni nacional » (Artículos... p. 91) y este colonialismo es uno de los peores (Artículos... p.95), sobre todo si se toman en consideración tanto la naturaleza de un pueblo que no se resigna a ser protegido por otro (Artículos... p.95) como esta tarea civilizadora que no se justifica en absoluto (Artículos... p.96). La acción queda calificada como una acción mal asimilado y entendida. ¿Es operación policíaca destinada a preservar un protectorado? ¿Es una guerra de conquista?, ¿Es un protectorado que permitirá a los civilizados enseñarle a los bárbaros una mejor explotación de sus riquezas? (Véase Artículos... pp.96-97). No es más -concluye Unamuno- que una acción que ignora las especificidades culturales del otro:
« Su patria dicen que no se extiende más allá de la cabila y que estas cabilas viven en perpetua guerra unas con otras. Lo que nosotros llamamos patriotismo civil tiene entre ellos una cierta correspondencia en el sentimiento religioso musulmán islámico, que les lleva a unirse frente al cristianismo » (Artículos... pp. 96-97)
Sintetizando, terminamos con esta comparación metafórica de M. de Unamuno quien, en su interpelación al pasado y a la leyenda, aclara en muy pocas palabras las cosas:
« ¿Y qué habría dicho a esto el Cid, aquel que se iba a tierra de moros a ganarse la vida con el botín?. Porque el Cid era hombre claro y que no se andaba con trapujos para declarar la verdad » (Artículos... p.97)
Bibliografía:
- Miguel de Unamuno, « Salutación a los rifeños », (Poesía sueltas), in Obras Completas, VI, 1969, España.
- Miguel de Unamuno, Artículos en « La Nación » de Buenos Aires (1919-1924), recopilación y estudio por Luis Urrutia Salaverri, Ediciones Universidad de Salamanca, Biblioteca Unamuno, 16,1994.

No hay comentarios: