PALOMA FERNÁNDEZ GOMÁ ... POESÍA EN ARDOR
Por: Ahmed Mohamed Mgara
La poesía de Paloma es trascendente y desafiante, exhala todas las purezas del alma en líneas y palabras mágicas llenas de inspiración desenfrenada.
Una poesía escrita con letras del alma, cargada de emociones y de sensaciones fugaces- a la vez que arraigadas- y que inspiran mundos desiguales y diferentes.
Poesía esparcida sobre el alma blanquecina de lo sensual.
Paloma navega en la sequedad de su prosa poniéndoles frenos a sus alas.
Brota de su sensibilidad cubriéndose de sus nubes y de multitudes de colores rítmicos.
Vuela y vuelve a bajar al mundo de la imaginación sin apenas despegar de su ilusión.
Su poesía está llena de simbolismos llenos de madurez, de interrogantes que confirman realidades poco claras, tal vez confusiones para los demás, o desaciertos en los momentos más ciertos.
Poesía grácil y envuelta de imaginaciones visualizadas aún cuando tratan la tenebrosidad de algún mero instante.
El credo se funde con lo mundano y lo espiritual se torna en llama vivencial. Mundos diferentes y distantes se entrecruzan y se entremezclan en rituales voraces que acogen y recogen al lector en cumbres insostenidas por sus bases; tal vez sean, la imaginación y la certitud, dos bellezas que aluden a la misma fusión, a la misma elegancia expresional de una poetisa carente de mediocridades.
Sus versos son poesía con un sombrero bien puesto.
Y son las olas de la mar agreste y fecunda una fuente para su melodiosa inspiración. En su ornamentada poesía se dejan verter esas gotas mediterráneas y atlánticas que abrazan su inspiración cada vez que se atreve a deletrear una rima o adornar un verso.
Deja volar la gaviota de su mar sobre el ancla de los sueños más sensuales por medio de versos edénicos.
La poesía de Paloma es un constante resurgimiento de lo que desaparece o deja de existir. Incluso crea mundos para poder recrearse en ellos y vagar por las sendas de sus senderos.
Poesía que realiza los sueños a la medida exacta de sus realidades necesitadas, llenándolos de vida y de dicha, si es preciso.
El léxico es casi inusual. Demasiado sensual. Las palabras divierten y estremecen de acento en otro, de coma a punto. Se llena, el léxico, de ricuras y fecundidades sublimes... desterrando alguna tenebrosidad que surge de apagones que la vida suele propinar de vez en cuando, sin avisar y sin dar tiempo para pensar o reconciliarse con el olvido.
Poesía táctil para sentires maleables y afectuosos.
Versos románticos que llenan las oquedades de elegantes sentires y de rituales benignos. Poesía llena de avatares y de silencios exornados por mundanales ruidos.
Estrellas, luna y sol cubren los cielos de su poesía, a veces, llena de dolores transmitidos lúcidos y callados, pero es una poesía alegre, con algarabía en sus costados y en sus desvanes con el lacrimal transitados.
Probablemente, Paloma llegó a inventar sus propias nubes y sus propios naipes para construir sus propios castillos de algodón gracias a su peculiar poesía.
Por: Ahmed Mohamed Mgara
La poesía de Paloma es trascendente y desafiante, exhala todas las purezas del alma en líneas y palabras mágicas llenas de inspiración desenfrenada.
Una poesía escrita con letras del alma, cargada de emociones y de sensaciones fugaces- a la vez que arraigadas- y que inspiran mundos desiguales y diferentes.
Poesía esparcida sobre el alma blanquecina de lo sensual.
Paloma navega en la sequedad de su prosa poniéndoles frenos a sus alas.
Brota de su sensibilidad cubriéndose de sus nubes y de multitudes de colores rítmicos.
Vuela y vuelve a bajar al mundo de la imaginación sin apenas despegar de su ilusión.
Su poesía está llena de simbolismos llenos de madurez, de interrogantes que confirman realidades poco claras, tal vez confusiones para los demás, o desaciertos en los momentos más ciertos.
Poesía grácil y envuelta de imaginaciones visualizadas aún cuando tratan la tenebrosidad de algún mero instante.
El credo se funde con lo mundano y lo espiritual se torna en llama vivencial. Mundos diferentes y distantes se entrecruzan y se entremezclan en rituales voraces que acogen y recogen al lector en cumbres insostenidas por sus bases; tal vez sean, la imaginación y la certitud, dos bellezas que aluden a la misma fusión, a la misma elegancia expresional de una poetisa carente de mediocridades.
Sus versos son poesía con un sombrero bien puesto.
Y son las olas de la mar agreste y fecunda una fuente para su melodiosa inspiración. En su ornamentada poesía se dejan verter esas gotas mediterráneas y atlánticas que abrazan su inspiración cada vez que se atreve a deletrear una rima o adornar un verso.
Deja volar la gaviota de su mar sobre el ancla de los sueños más sensuales por medio de versos edénicos.
La poesía de Paloma es un constante resurgimiento de lo que desaparece o deja de existir. Incluso crea mundos para poder recrearse en ellos y vagar por las sendas de sus senderos.
Poesía que realiza los sueños a la medida exacta de sus realidades necesitadas, llenándolos de vida y de dicha, si es preciso.
El léxico es casi inusual. Demasiado sensual. Las palabras divierten y estremecen de acento en otro, de coma a punto. Se llena, el léxico, de ricuras y fecundidades sublimes... desterrando alguna tenebrosidad que surge de apagones que la vida suele propinar de vez en cuando, sin avisar y sin dar tiempo para pensar o reconciliarse con el olvido.
Poesía táctil para sentires maleables y afectuosos.
Versos románticos que llenan las oquedades de elegantes sentires y de rituales benignos. Poesía llena de avatares y de silencios exornados por mundanales ruidos.
Estrellas, luna y sol cubren los cielos de su poesía, a veces, llena de dolores transmitidos lúcidos y callados, pero es una poesía alegre, con algarabía en sus costados y en sus desvanes con el lacrimal transitados.
Probablemente, Paloma llegó a inventar sus propias nubes y sus propios naipes para construir sus propios castillos de algodón gracias a su peculiar poesía.
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