Rachid
Maimouni, zejelero en volandas.
Por: Ahmed
Mgara
En
segundas nupcias, un zejelario vuelve a reincidir en los vergeles expresivos de
uno de los zejeleros más verticales e incisivos de la actualidad. Cada cual
dice lo que le place, cada loco con su tema y otras metáforas similares resumen
una producción nacida del alma y llena de movilidad e inquietudes variopintas.
Rachid Maimouni vuelve a deleitarnos con un segundo zejelario, un nuevo
ramillete plagado de mensajes, vivencias, moralejas y testimonios, poesía breve
pero con signos de perdurabilidad y rasgos de eternidad por el fulgor de la
expresión y la musicalidad en los perfumados sentimientos.
Rachid
Maimouni suelta las riendas a sus sentirmientos sacando la sensualidad de sus
entrañas al coso de la realidad con lúcidas expresiones. Nos deja descubrir
grandes valores e innumerables vivencias de eras pretéritas en un reencuentro
con épocas ya desfasadas por las olas de la edad. Pero actualizando su
mugriento olvido poniéndolo en pedestales de metales preciosos con diestra y
nata maestría, propia de los seres sinceros.
La sublime
sencillez del léxico delata los valores altivos del zejelero tetuaní al emplear
un iris de musicalidades expresionales que nacen en el recuerdo y en la
nostalgia, para atar amarras en reconciliaciones del lector con su propia
identidad, o lo que es lo mismo, nuestro poeta compone por y para nosotros,
haciéndonos descubrir nuestro propio pensamiento, nuestras propias vivencias de
tiempos lejanos y de instantes actuales.
Más que zejelario,
este pergamino del alma es un abanico de recuerdos, una ocasión para dispersar
sobre el tapete blanco del zejelario toda una serie de vivencias efímeras.
También delata los momentos actuales del entorno de nuestro poeta desde su
perspectiva de miras. Todo ello, lleno de espiritualidad, sencillez y sufismo
caudaloso.
Maimouni
derrama sentimientos hacia el entorno, reconocimientos a quienes se los
merecieron, denuncia injusticias sociales, celebra con euforia logros de otros,
agradece los mínimos detalles de quienes le rodean, entona sus románticas
visiones del entorno…y, en definitiva, ahonda en las alturas del sentimiento
con connotaciones plausibles.
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