miércoles, octubre 10, 2007

Paz

IDEALES DE PAZ


Carlos BENÍTEZ VILLODRES

Escritor, poeta, periodista, crítico literario
Cónsul del Movimiento de POETAS DEL MUNDO en Málaga (España)


Vivimos en una época en la que se habla mucho de armonía y paz interior. Sin embargo pocos mencionan que una de las mejores formas de alcanzar estos ideales es mediante el espíritu de servicio hacia los demás. La paz es el fruto de saber escuchar, de entender y atender las necesidades ajenas antes que las propias.
Vivir la fraternidad y la armonía entre los seres humanos son los ideales de paz que más se predican, en contraposición al desastre, la guerra y a todo género de conflictos. Pero la paz no comienza desde fuera, sino desde dentro. No depende de las decisiones de altos funcionarios sino de lo que llevamos en el interior. “Estar en paz consigo mismo, refiere Fray Luis de León, es el medio más seguro de comenzar a estarlo con los demás”.
La paz es un valor que suele perderse fácilmente de vista. Cuando una nación entra en conflicto con otra y tenemos que vivir sus consecuencias o cuando en la familia los problemas o pleitos comienzan a surgir comenzamos a apreciar el valor que tiene la paz.
Mucho de la paz que podamos vivir con los demás radica en nuestras formas de saber escuchar y de expresarnos. En algunos momentos tenemos el impulso de hacer notar los errores de nuestros interlocutores sin saber todo lo que tienen que decir, provocando discusiones y resentimientos. Expresar nuestro punto de vista en el momento oportuno, facilita la comunicación y aumenta las posibilidades de superar las dificultades, pues ambas partes se sienten, desde el primer momento, escuchadas.
Del mismo modo ocurre cuando se hace necesaria la corrección de una actitud: el disgusto nos mueve a reprender en el momento sin medir las palabras que utilizamos. ¿Cuántas veces nos hemos arrepentido por la excesiva dureza que tuvimos con nuestros subalternos, hijos o compañeros? La pérdida de la paz interior se debe a la intolerancia e incomprensión que mostramos, generando una imagen negativa y tal vez altanera de nuestra persona. Por eso es importante pensar con serenidad antes de tomar cartas en el asunto.
Como en todos los valores, se requiere la iniciativa personal para lograr vivirlos. La paz interior surge como un producto del conocimiento propio y profundo: “Allí donde el agua alcanza su mayor profundidad, dice Shakespeare, se mantiene más en calma”. Gracias a la paz interior, bien de hondas raíces y frutos sanos y sabrosos, somos capaces de aprender a dominar nuestro egoísmo y el deseo de tener siempre la razón; a saber escuchar y comprender las debilidades propias y ajenas…, pero sobre todo a pensar siempre en los demás. Cuando esto ocurre conciliamos la paz con nosotros mismos y con nuestros semejantes.

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