viernes, octubre 19, 2007

LOS NACIONALISMOS INDEPENDENTISTAS, EN ESTADO AGÓNICO IRREVERSIBLE


Carlos BENÍTEZ VILLODRES
Málaga


En España, los militantes separatistas de los partidos políticos nacionalistas viven en el Medievo. El Partido Nacionalista Vasco (PNV), Batasuna y su núcleo terrorista (ETA), Convergencia i Unió (CiU), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)… no han caminado siglo tras siglo para lograr de esta manera su evolución natural y democrática en la vida. Se quedaron estancados en aquella época de reyes absolutistas, de señores feudales, de vasallos, de esclavos… Esta inmovilización en aquel lejano tiempo pretérito ha sido el caldo de cultivo más idóneo para que Juan José Ibarretxe, lehendakari del Gobierno vasco, José Jon Imaz, presidente del PNV, Arnaldo Otegui, Pernando Barrena, Jone Goirizelaia… líder y portavoces de Batasuna respectivamente, Antoni Duran i Lleida, secretario general de CiU, Pepe Luis Carod Rovira, hoy por hoy presidente de ERC, etc., etc., sean, desde que tuvieron uso de razón, unos psicópatas. Excepto la asesina ETA y su entorno, Batasuna, que matan por puro placer, los demás sólo saben echar por la boca vomiteras de heces y mala leche, pero no son peligrosos, ya que el independentismo que ansían para el País Vasco y Cataluña se encuentra en un estado agónico irreversible, es decir, en el lecho de muerte.
Es evidente que todos ellos, además de sus seguidores y siervos incondicionales, están en continuas crisis psicópatas. El estercolero mental que tienen por cerebro les hace afianzarse más y más en las propias estupideces del separatismo. Necedades estas que se incrustan en sus cálculos y proyectos descabellados, a pesar de los poderosísimos resortes de influencia que tienen. Hay otros repuntes separatistas en Baleares y Galicia, pero éstos parecen sacados de “Alicia en el país de las Maravilla” y de “Las mil y una noches” o de cualquier cuento de hadas.
Dicen estos descerebrados independentistas vascos y catalanes que España es la causa primera y última de todos sus males, que están plenamente convencidos de que su destino particular y universal es construir unidades soberanas (cómo se digiere y asimila tal radicalismo de tipo psicótico), que la fe de ese destino soberano catalán o vasco e internacional será radiante y dichosa. En los lugares donde mayor ha sido el poder separatista, como Cataluña o el País Vasco, este mensaje enviado a la opinión pública ha venido acompañado de un ancho poder sobre los recursos financieros.
Lo curioso es que el nacionalismo tarde o temprano engendra imperialismo. Se vio en los casos de los países artificiales que fueron creados tras la disolución del Imperio Austrohúngaro (Checoslovaquia y Yugoslavia), donde las minorías bohema y serbia, se impusieron sobre las demás, sometiéndolas. Es lo que pasa en España con los nacionalistas vascos y catalanes, partidarios de una especie de “irredentismo”. Los primeros pretenden anexionarse Navarra porque según ellos “en la cuarta provincia” se habla vasco y, por lo tanto, hay vascos. Los segundos llaman descaradamente “países catalanes” (“Països Catalans”) no sólo a Cataluña, sino a las partes del antiguo Reino de Valencia en las que se habla valenciano, a las Baleares y las Pitiusas, a la llamada “Franja” aragonesa y a la Occitania o Cataluña francesa (hay quienes llegan a considerar la ciudad sarda de Alghero o L’Algher -en la que habla catalán una minoría de la población- como una suerte de ciudad-estado catalana enclavada en territorio italiano), comunidades de muy dispar y heterogénea identidad. No es ni más ni menos que una reedición del “Anschluss” hitleriano. Y no exageramos: el principio es idéntico. Como dato paradójico y que muestra hasta qué grado de ridículo pueden llegar, no sólo coinciden con el Führer: en su delirio antiespañol evitan pronunciar el nombre de España y resulta que coinciden también con el dictador Franco al denominar a nuestro país “Estado Español” (que es como se tituló el régimen anterior).
Por consiguiente, nunca olviden los independentistas vascos y catalanes que la época del Medievo pertenece desde hace siglos a la historia. Con ello quiero decir que tan españoles son los catalanes y los vascos separatistas o no como lo son los gaditanos, los alicantinos, los canarios, los coruñeses… Cuanto más antiespañoles se declaren públicamente estos cuentistas insolentes, demoledores, más españoles son para el resto de la ciudadanía. Lo admitan o no, ellos, los independentistas fachendosos, montaraces, son una minúscula gota de agua en medio del océano, y “lo que sabemos, dice I. Newton, es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano”.

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