miércoles, mayo 04, 2011

De mi baúl de los recuerdos.

Cuando se habla en Tetuán de «arquitectura colonial », de «cine colonial » y, en definitiva, de toda manifestación o expresión realizadas durante la época del protectorado español, se suele exprimir un sentido de prejuicios preconcebidos que –de por sí- son incomprensibles. Adjudicar nombres prefabricados a etapas que fueron difíciles, incluso para los «protectores », es ver lo histórico con poco sentido realista. Hay que tratar el pasado como realidad histórica y estudiar sus pormenores con toda objetividad para llegar a conclusiones sanas y concretas que sean capaces de acercarnos a las vivencias de la época con su dulzura y con su amargor.
No me voy a referir a lo que es la arquitectura denominada colonial. Jurídicamente, Marruecos no fue nunca una colonia en su totalidad territorial, sino una zona de protectorado. Tampoco voy a hablar de cine colonial en Marruecos y sí del cine español en nuestro país o con temática marroquí antes, durante y después del «protectorado »(1913-1956) subrayando el paso del centenario de "Marruecos y el cine español" (1903-2003).
Marruecos ha supuesto para los cineastas españoles un tema constante para rodar sus celuloides durante el último siglo siendo, nuestro país, prolifero en cantidad y calidad en lo que a cintas y títulos que las casas cinematográficas españolas impresionaron por nuestras latitudes. Y no se puede ocultar que, conociendo el valor de las mismas, esas películas, cortometrajes o largometrajes, mudas o sonoras, en blanco y negro o en color, todas suponen un soporte documental de infinito valor testimonial que hay que salvar del ostracismo y recuperar para las generaciones actual y venideras.
Muchas copias referidas a la zona norte que estaba sumisa al protectorado español están guardadas celosamente en filmotecas privadas u oficiales dispersas por la geografía española. Muchas están guardadas con esmero y gran dedicación por suponer un interés para los familiares de quienes las protagonizaron(cameramans, empresarios, guionistas, directores…), o para la historia de las regiones o ciudades(muchos empresarios de salas de cine encargaban a las empresas rodarles la presencia de sus soldados en las contienda norteafricana como fue el caso de cántabros, maños y gallegos entre otros), o bien en filmotecas estatales. Para Marruecos sería de interés incalculable recuperar las copias, por lo menos de algunas de esas cintas. No sería tarea fácil por el presupuesto que podría suponer esa «misión casi imposible » pero sería una inversión que inmortalizaría a quienes pudieran apadrinar el proyecto o la operación de recuperación de cintas españolas con temática marroquí.
Las proyecciones de cortos- muy en boga en los inicios del cine y del siglo pasado- referidos al exotismo marroquí de las zonas del sur de Marruecos constituían un aliciente para los cinematógrafos franceses que vendían sus producciones a salas españolas para proyectarlas, o bien las alquilaban a través de casas representantes en la Península. Caso de la casa francesa Pathé Frères quien a través de la casa concesionaria "Vilaseca y Ledesma" envió un equipo de rodaje a Marruecos en septiembre de 1921. O la empresa gala Gaumont que tenía su destacamento de reporteros cubriendo buena mapa de la geografía bélica de Marruecos.
Con los conflictos de la zona rifeña de 1907 como el del Monte Gurugú y del Barranco del Lobo en 1909…las productoras se centraron de lleno para tomar escenas bélicas que, una vez declarada la primera guerra mundial, serviría para llevar a los reporteros destacados en el Rif marroquí, ya experimentados como reporteros de guerra, a los lugares de conflicto para rodar las secuencias trágicas de esa contienda universal.
La rebelión de Mohamed Ben Abdelkrim puso en efervescencia a la cinematografía europea y, de manera muy especial, la francesa y la española que se disputaban el privilegio y el honor de filmar lo más horrendo y escalofriante de la guerra para presentárselo a un público sediento de horrores y ensangrentadas realidades.
Aquellas imágenes, preámbulo para desprestigiar al «moro » aún estando en posición de defensa de su tierra, son de interés documental e histórico para todos los bandos de la contienda y, pese a la intencionalidad inicial de esos reportajes y de las películas posteriores, la importancia siempre estará vigente para cualquier analogía o monografía objetivas. Indudablemente, el famoso NO-DO, (noticiero dominical que duraba toda la semana y que se proyectaba antes de todas las películas de cartelera en todos los cines con informaciones y documentales de carácter publicista de las actividades estatales) creado en 1942 por el régimen franquista, conserva tomas de lo más interesante por haber captado todos los actos relevantes en la zona norte que tenían protagonismo de la Administración como fueron las inauguraciones, las celebraciones y el resto de los acontecimientos que se aprovechaban como publicidad del Estado.
Nuestro país sirvió para rodar películas de temáticas candentes en diferentes épocas como fue el filme rodado por el director español de origen húngaro, Ladislao Vajda, fallecido el 25 de marzo de 1965, que fue realizado en Tánger en 1948 tratando las peripecias de la II guerra mundial.
Termino diciendo, nuevamente, que hay que rescatar para Marruecos lo más que se pueda de nuestra historia reciente recuperando copias de cintas españolas que plasman, aunque no siempre con la fidelidad y objetividad deseadas, parte de nuestro legado. Así se invertiría en algo de vital interés para todos y que constituiría un evento que plasmaría sus huellas a la hora de buscar la procedencia de nuestra identidad.

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