TETUAN, El sarcasmo de la historia.
Dedicado a Mohamed Bilal Achmal, por compartir conmigo el despiadado amor a Tetuán
La noche ramadaniana del lunes 02 de octubre 2006, una hora menos en las Islas Canarias, presenciamos un acto cultural digno de catalogarse como “tertulia de los llantos por nuestra ciudad”. Fue organizado por la Asociación de Filósofos de Tetuán que tan dignamente preside El amigo de “Tetuán, la desbordada” Mohamed Bilal Achmal.
El simbolismo y el alcance que puede tener en la vida sociocultural y geopolítica fueron puntos tocados y retocados con matices derrotistas sin darnos, apenas, cuenta de ello.
En 1997 Choukri El Bakri publicaba en “El Eco de Tetuán”, versión papel, un ensayo literario en que hablaba de Tetuán como “…esa moza que se prostituyó cuando decidió abrir sus piernas para el deleite del primero que a ella arribaba…”. La ira de muchos tetuaníes por esas palabras, aparentemente sarcásticas por lo drásticas que eran, no tardó en despertar un interés ocultado en los recuerdos y sobre las esterillas de tiempos profanos muy lejanos. Desde entonces comencé a darme cuenta que esa Tetuán por la que tanto sueño desperdiciaba no era más que un pilar resquebrajado en la historia de la humanidad. Un patrimonio de un universo arcaico y carente de soporte humano que pudiera salir en defensa de sus legados contra los agravios de la inmoralidad.
No se podía cambiar el rumbo de la ciudad… no había ninguno. Tetuán cambió su norte por las profundidades y, empezó a escalar su gloria yendo hacia las bajezas.
El contrabando y el narcotráfico se adueñaron de una tierra de nadie. Todos los que lo quisieron se atrevieron a cruzar el Misisipi o el Mhannech para buscar su riqueza particular… y la filosofía, más bien su lógica, perdió enteros en la bolsa de los valores humanos. Lo prohibido se empezó a legalizar por lógicas que desmembraron los valores éticos de una sociedad conservadora que se desborda sin la típica gota de la demasía, lo que resultó ser más trágico si vale la comparación de la equiparación.
Para colmo, los responsables cambiaban la ciudad para peor…y convirtieron nuestro futuro como ciudad en algo similar a la inmortalidad del cangrejo en la edad media… en algo increíble.
Pero Tetuán no perdió nunca su vocación de ser tierra de unos, de todos y de nadie a la vez. Una ciudad de una cultura multidisciplinaria y sin dimensiones disciplinadas. Los púnicos, los romanos, los portugueses, los ibéricos y los árabes arrastraron culturas limítrofes y paralelas que las han convertido en civilizaciones. Tetuán fue siempre una parcela para los “Harraga” de diferentes épocas. Todos hicieron huellas y escribieron líneas de alientos y desalientos para unos y para otros. Una ciudad que enviudó antes de esposarse y que perdió su virginidad por caprichos de locos con carné de corrupción.
Tetuán y su grandilocuencia no eran meros accidentes fortuitos que el destino suele propinar de vez en cuando a la historia altiva de la humanidad. Su construcción o reconstrucción en el casco antiguo o medina árabe es consecuencia de un gran saber y de profundos cálculos, estimaciones y aproximaciones a una serie de normas de convivencia y coexistencia… hasta que llegaron los cafres y comenzaron a roer su patrimonio, a amamantarse de sus grandezas y valores para provechos propios y usurparon todo lo que la distinguía de las ciudades pioneras en diversas facetas humanas.
Y ahora poseemos en Tetuán una fuente para los llantos, muros para los lamentos y calles de estrépito y asco, que dan dolor y vergüenza en el alma de quienes somos de aquí o queremos ver a nuestra ciudad como aquella novia de Yebala que tenía su ajuar en las azoteas de las casas y en la blancura de sus callejas. Una ciudad carcomida por el moho del abandono y por la agreste corrupción que reina en algunas oficinas que perdieron su crédito en el seno del ciudadano…Torres lo dijo en la editorial de un periódico nacionalista en los años 30: “… Dios es magnánimo para ver las riquezas repartirse de manera injusta…”, pero nosotros, no somos dioses y consentimos lo que Platón y Aristóteles no serían capaces de entender ni en la lógica ni en la ilógica del vivir o del existir.
Tetuán llegó al cenit de su madurez. Y eso le ha supuesto la pena de la contrapartida a la que alude Woody Allen al afirmar que “… después de la madurez viene la putrefacción”. Lógicamente Allen hablaba de Manhattan y no de Tetuán, del Bronx y no de Jbel Dersa.
A Tetuán, si le ponemos una carpa encima, tendremos un circo muy peculiar… y si no se la ponemos seguiremos teniéndolo igual aunque al aire libre.
Ya no hay lugar en Tetuán para los románticos y, quiera Dios, que el día que nos fulmine un rayo o un holgazán de esos criminales impunes que circulan libremente por nuestras calles, encontremos mortaja y un hueco en el suelo de algún cementerio limpio donde puedan reposar nuestro huesos… y nuestras estrofas de versos nunca escritos.
Escrito en lo que queda de Tetuán la madrugada del 3 de octubre de 2006-10-04.
Dedicado a Mohamed Bilal Achmal, por compartir conmigo el despiadado amor a Tetuán
La noche ramadaniana del lunes 02 de octubre 2006, una hora menos en las Islas Canarias, presenciamos un acto cultural digno de catalogarse como “tertulia de los llantos por nuestra ciudad”. Fue organizado por la Asociación de Filósofos de Tetuán que tan dignamente preside El amigo de “Tetuán, la desbordada” Mohamed Bilal Achmal.
El simbolismo y el alcance que puede tener en la vida sociocultural y geopolítica fueron puntos tocados y retocados con matices derrotistas sin darnos, apenas, cuenta de ello.
En 1997 Choukri El Bakri publicaba en “El Eco de Tetuán”, versión papel, un ensayo literario en que hablaba de Tetuán como “…esa moza que se prostituyó cuando decidió abrir sus piernas para el deleite del primero que a ella arribaba…”. La ira de muchos tetuaníes por esas palabras, aparentemente sarcásticas por lo drásticas que eran, no tardó en despertar un interés ocultado en los recuerdos y sobre las esterillas de tiempos profanos muy lejanos. Desde entonces comencé a darme cuenta que esa Tetuán por la que tanto sueño desperdiciaba no era más que un pilar resquebrajado en la historia de la humanidad. Un patrimonio de un universo arcaico y carente de soporte humano que pudiera salir en defensa de sus legados contra los agravios de la inmoralidad.
No se podía cambiar el rumbo de la ciudad… no había ninguno. Tetuán cambió su norte por las profundidades y, empezó a escalar su gloria yendo hacia las bajezas.
El contrabando y el narcotráfico se adueñaron de una tierra de nadie. Todos los que lo quisieron se atrevieron a cruzar el Misisipi o el Mhannech para buscar su riqueza particular… y la filosofía, más bien su lógica, perdió enteros en la bolsa de los valores humanos. Lo prohibido se empezó a legalizar por lógicas que desmembraron los valores éticos de una sociedad conservadora que se desborda sin la típica gota de la demasía, lo que resultó ser más trágico si vale la comparación de la equiparación.
Para colmo, los responsables cambiaban la ciudad para peor…y convirtieron nuestro futuro como ciudad en algo similar a la inmortalidad del cangrejo en la edad media… en algo increíble.
Pero Tetuán no perdió nunca su vocación de ser tierra de unos, de todos y de nadie a la vez. Una ciudad de una cultura multidisciplinaria y sin dimensiones disciplinadas. Los púnicos, los romanos, los portugueses, los ibéricos y los árabes arrastraron culturas limítrofes y paralelas que las han convertido en civilizaciones. Tetuán fue siempre una parcela para los “Harraga” de diferentes épocas. Todos hicieron huellas y escribieron líneas de alientos y desalientos para unos y para otros. Una ciudad que enviudó antes de esposarse y que perdió su virginidad por caprichos de locos con carné de corrupción.
Tetuán y su grandilocuencia no eran meros accidentes fortuitos que el destino suele propinar de vez en cuando a la historia altiva de la humanidad. Su construcción o reconstrucción en el casco antiguo o medina árabe es consecuencia de un gran saber y de profundos cálculos, estimaciones y aproximaciones a una serie de normas de convivencia y coexistencia… hasta que llegaron los cafres y comenzaron a roer su patrimonio, a amamantarse de sus grandezas y valores para provechos propios y usurparon todo lo que la distinguía de las ciudades pioneras en diversas facetas humanas.
Y ahora poseemos en Tetuán una fuente para los llantos, muros para los lamentos y calles de estrépito y asco, que dan dolor y vergüenza en el alma de quienes somos de aquí o queremos ver a nuestra ciudad como aquella novia de Yebala que tenía su ajuar en las azoteas de las casas y en la blancura de sus callejas. Una ciudad carcomida por el moho del abandono y por la agreste corrupción que reina en algunas oficinas que perdieron su crédito en el seno del ciudadano…Torres lo dijo en la editorial de un periódico nacionalista en los años 30: “… Dios es magnánimo para ver las riquezas repartirse de manera injusta…”, pero nosotros, no somos dioses y consentimos lo que Platón y Aristóteles no serían capaces de entender ni en la lógica ni en la ilógica del vivir o del existir.
Tetuán llegó al cenit de su madurez. Y eso le ha supuesto la pena de la contrapartida a la que alude Woody Allen al afirmar que “… después de la madurez viene la putrefacción”. Lógicamente Allen hablaba de Manhattan y no de Tetuán, del Bronx y no de Jbel Dersa.
A Tetuán, si le ponemos una carpa encima, tendremos un circo muy peculiar… y si no se la ponemos seguiremos teniéndolo igual aunque al aire libre.
Ya no hay lugar en Tetuán para los románticos y, quiera Dios, que el día que nos fulmine un rayo o un holgazán de esos criminales impunes que circulan libremente por nuestras calles, encontremos mortaja y un hueco en el suelo de algún cementerio limpio donde puedan reposar nuestro huesos… y nuestras estrofas de versos nunca escritos.
Escrito en lo que queda de Tetuán la madrugada del 3 de octubre de 2006-10-04.
Con los afectuosos saludos de Ahmed Mohamed Mgara
ahmedmgara@yahoo.es
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