jueves, noviembre 15, 2007

Larisa Arap antes y después de...
DICTADURA DISFRAZADA DE DEMOCRACIA



Carlos BENÍTEZ VILLODRES
Escritor, poeta, periodista, crítico literario



El pasado 27 de julio de 2007 salí, en un vuelo regular, del aeropuerto de Barajas vía Moscú, con varios psiquiatras españoles. Estaba previsto que, en la capital rusa, nos reuniéramos con otros psiquiatras procedentes de otras ciudades europeas. ¿La causa? El internamiento en un psiquiátrico cerrado, en la ciudad de Múrmansk, a 1500 kilómetros al norte de Moscú, de la periodista Larisa Arap, activista de los Derechos Humanos y crítica con el Ejecutivo de Putin. Alzar la voz de la disidencia en Rusia puede salir muy caro. Y si no que se lo digan a esta opositora, la última de una larga lista en pagar el precio de enfrentarse al régimen de Vladimir Putin.

Arap, periodista y militante del movimiento opositor Frente Cívico Unido (FCU), liderado por el ex campeón mundial de ajedrez Garry Kasparov, pasó 47 días recluida a la fuerza en dicho psiquiátrico. ¿La razón? Un artículo que publicó el pasado 8 de junio sobre los tratamientos, muy cercanos a la tortura, que reciben los niños, adolescentes, jóvenes, etc., en hospitales psiquiátricos del país, es decir, el uso indiscriminado de la violencia con los pacientes por parte del personal sanitario y no sanitario de los psiquiátricos rusos.

Un mes después, el 5 de julio, era detenida en un policlínica al que había ido para someterse a un reconocimiento médico con el objetivo de obtener el carné de conducir, pero los médicos, tras comprobar que ella era la autora de las críticas en la prensa, llamaron a la policía y a un equipo psiquiátrico. Ese mismo día la ingresaron contra su voluntad en el ya referido hospital psiquiátrico

Estas “técnicas” de secuestro emulan las tácticas del régimen chino para suprimir grupos que considera no deseados, tales como Falun Gong, Uhigures, Tibetanos y grupos democráticos, entre otros.

La Asociación Mundial de Periódicos (AMP) y el Foro Mundial de Editores (WEF) denunciaron la orden dictatorial del máximo regidor ruso sobre el internamiento de Larisa. Una vez más el Gobierno de Putin hizo tambalear la libertad de expresión en Rusia, herida de muerte.

En una carta enviada a Putin, al Defensor del Pueblo, Vladímir Lukin, y a la jefa del Consejo para la Sociedad Civil y los Derechos Humanos, adjunta al Kremlin, Ela Pamfílova, y remitida por la AMP, el WEF y el FCU, se solicitaba una autorización del déspota Putin para llevar a cabo una investigación sobre la detención de Lukin. En la misma misiva, señalaron que encerrar a una periodista “por escribir un artículo crítico sobre los torturantes servicios psiquiátricos es un castigo que recuerda los abusos de los Derechos Humanos en la era soviética”.

Tanto la AMP como el WEF recordaron al mundo que, en los tiempos de la Unión Soviética, se utilizaban los hospitales psiquiátricos como prisiones para aislar y castigar a los presos políticos, y para desacreditar sus ideas.

Dos semanas más tarde de ser internada, una corte dictaminó que necesitaba “tratamiento forzoso” para evitar el peligro que suponía para su salud la huelga de hambre que inició en protesta contra su retención.

“Tras ese veredicto, los médicos sometieron a la activista a un tratamiento con sustancias psicotrópicas en contra de su voluntad, y el 26 de julio la trasladaron a otro centro psiquiátrico, en la ciudad de Apatity”.

El pasado 20 de agosto la periodista fue dada de alta tras 47 días de encierro. “Arap fue dada de alta y proseguirá su recuperación en su domicilio”, informó una fuente del centro psiquiátrico.

El Frente Cívico denuncia que Arap es “castigada por su actividad política” y pide al Defensor del Pueblo que tome cartas en el asunto, se haga un examen psiquiátrico independiente de la activista y se suspenda su tratamiento forzoso, hasta que se conozcan los resultados. El Defensor del Pueblo confirmó que había recibido la petición del FCU, prometió ocuparse del caso y dijo que ya había pedido a la Asociación Independiente de Psiquiatras que un equipo de expertos la examine.

Pero Larisa Arap es sólo un nombre más de la lista. Antes que ella, el pasado mes de abril, el propio Garry Kasparov fue detenido cuando intentaba participar en una marcha contra Putin llamada la “Marcha de los Disidentes”. Junto a él fueron arrestados otros 20 líderes opositores.

El 7 de octubre de 2006 la periodista rusa Anna Politkóvskaya, conocida por su oposición al conflicto checheno y al Gobierno de Vladimir Putin, fue asesinada a balazos en el portal de su casa de Moscú. Tenía 48 años y en el momento de su muerte trabajaba en un artículo sobre los abusos de las tropas rusas en Chechenia. Una de sus principales fuentes era el ex espía ruso Alexander Litvinenko, que ese mismo mes fue envenenado en Londres, donde vivía. Murió a los pocos días.

“Vuelven las prácticas de los tiempos soviéticos, cuando los detractores del régimen eran sometidos a tratamiento forzoso en los psiquiátricos”, dijo a la prensa una dirigente del FCU, Marina Litvinóvich, quien añadió que cree capaz al Kremlin de declarar “dementes” a todos sus opositores.

Según Lev Levinson, experto del Instituto de Derechos Humanos, los especialistas en psiquiatría punitiva, que tras la caída de la URSS nunca fueron castigados, durante la primera etapa pos-soviética liberal se especializaron en el tratamiento forzoso de adeptos de las llamadas sectas totalitarias, como los Testigos de Jehová.

Ahora ya pueden “curar” no solo a “disidentes religiosos”. Por lo visto, esas prácticas irán en aumento, dijo Levinson, y añadió que los antiguos ideólogos del tratamiento psiquiátrico de los disidentes siguen ocupando altos cargos y son científicos “respetados” en la actual sociedad rusa.

En la actualidad, Larisa Arap se recupera del trauma físico-psíquico que le produjo, tanto su detención e internamiento forzoso como el fortísimo tratamiento, que le administraron en contra de su voluntad, con fármacos psicotrópicos.

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