IBN BATTUTA, UN INCANSABLE VIAJERO SARRACENO
Por: HAISSOUR MONIR
Vikingmania9@hotmail.com
Hace dos años, el mundo islámico celebró con orgullo el 700 aniversario del trotamundo tangerino (1304-1377) Ibn Battûta. Sin lugar a dudas, este personaje figura entre los incomparables y galácticos viajeros del mundo. Para que mereciese esta notoriedad cosmopolita, Ibn Battûta hizo algo espléndido, como la travesía de los países islámicos y de Oriente Próximo: Egipto, Cerdeña, Palestina, Siria, Irak, Arabia, Omán, Yemen, Irán, Asia Menor, Uzbekistán, Etiopía, Somalia, Kenya, Tanzania, Afganistán, India, China, Maldivas, Vietnam, Indonesia, Ceilán, entre otros.
Su verdadero nombre es Chams Eddin Ibn Abdellah Allawati Attanji. Habiendo terminado sus estudios religiosos en el instituto coránico, dejó la ciudad que lo vio nacer, Tánger (Marruecos) a los 22 años (1325), partiendo rumbo a la Meca en cumplimiento del deber religioso: el peregrinaje.
Ibn BatTûta regresó a su tierra natal el año 1349, a los pocos meses de la muerte de su madre. Pasó algunos años allí, hasta que el sultán de Fez le encargó ejercer de embajador peripatético. Ibn Battûta se animó otra vez a descubrir un nuevo horizonte, iniciando así otro sonado recorrido al Andaluz y a las regiones sub-saharianas de Malí y Níger.
Curiosamente, éste versado nómada, no se estabilizó hasta el año1353 en Fez, dándose otra vez la circunstancia del nombramiento como secretario de gabinete por el soberano mérinide, Abú Inan.
En su fabuloso periplo, Ibn Battûta recorrió unos 120.000 Km. Visitó lugares paganos así como sitios paradisíacos, traspasando los límites del mundo islámico, recorriendo los continentes de África, Asia y Europa, en tiempos en que la mayoría de los países tenían una fuerte tasa de inseguridad en sus caminos- sin contar la precariedad de los medios de locomoción. A su vez, Ibn Battûta soportó los rigores del clima y se salvó de las epidemias. En las ciudades que visitó, éste sarraceno conoció la generosa hospitalidad, así como la miseria de sus huéspedes. A veces, vivió en palacios; otras, en chozas y barracas. ¡¡¡ En China tuvo un choque cultural y religioso, viendo a los chinos devorando con alegría a los perros y a los gatos!!! Pero... si no hubiese soportado todas estas condiciones, este héroe nunca hubiera logrado el éxito.
Durante su estancia en la Meca, Ibn Battûta cursó estudios jurídicos, lo que luego le permitió ejercer como juez en países como las Maldivas. Por otro lado, su conocimiento del persa y del turco le favoreció para ganarse rápidamente la confianza, el asombro y la admiración de sus interlocutores. En aquella época, el persa y el turco se encontraban entre las lenguas más expandidas en los países musulmanes no arabizados.
Ibn Battûta consiguió frecuentar a los reyes y a los dignatarios de los grandes imperios de su época. Su magnetismo personal sedujo irreparablemente a sus hospedadores. En los jardines de los palacios y mansiones, este incansable sarraceno conversaba asiduamente con sus anfitriones, de poesía, teología, geografía, pasando por la guerra santa.
Como acontecimiento de sus viajes, y con la ayuda de Ibn Jouzay (secretario del sultán mérinide Abú Inan) Ibn Battûta nos dejó su libro: el Rihla. Ibn Battûta dictó su relato en árabe dialectal aparte sus notas, redactadas en árabe clásico durante su viaje. Así, el esotérico Ibn Jouzay, trabajó de nuevo el texto en la constante lengua de los doctos.
El Rihla es una crónica viajera y una de las obras más traducidas del mundo, incluso en los idiomas de los países que Ibn Battûta no visitó. El Rihla es un apasionante compendio, o mejor dicho, una mezcla de géneros y disciplinas. Es, a la vez, autobiografía, novela, historia, geografía, toponimia, política, hagiografía, liturgia, numismática, etnografía, antropología et al. Como ejemplo de estas traducciones, destacamos una al castellano, la de Serafín Fanjul y Federico Arbos, titulada Ibn Battûta: A través del Islam.
Hoy en día, los restos mortales de este ilustre embajador del Islam descansan en paz en un pequeño mausoleo en los laberintos del casco antiguo de Tánger. Aunque no hay ninguna placa informativa en el panteón de este incansable viajero sarraceno, de vez en cuando, este lugar se convierte en un sitio visitado por muchísimos curiosos e intelectuales. Y para finalizar, instemos a la Delegación de Turismo de Tánger para que tenga en cuenta esta carencia y haga colocar dicha placa informativa a la mayor brevedad posible…También esperemos que el panteón de Ibn Battûta sea incluido en el mapa callejero. Así, por lo menos, el sueño de muchísimos intelectuales en ver un panel ilustrativo en el sepulcro de Ibn Battûta no se evapore.
El panteón de Ibn Battûta
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