Palabras escritas… nunca leídas.
Homenaje a Nacho Falgueras.
Por: Ahmed Mgara
De espaldas a la mar descansan su Camarón y su Paco
de Lucía, el mismo cincel, la misma fragua,
las mismas manos maestras.
En las dos espaldas vi crecer el arte de la finura.
En las dos estatuas vi brotar el alma del maestro de
la ricura.
Y, si las dos estatuas no se mueven, es por respeto
a la voluntad de Nacho Falgueras, padre de las dos criaturas.
El silencio entorna la mirada de Paco, bañándola de
melancolía y de profunda inmensidad.
Las gaviotas
paran su vuelo para admirar el dolido metal.
El sol gira sus
sincronizadas miradas para darle sombra a la vivacidad de la estatua
musical.
Y ¿qué hago
yo, aquí, mirando tanta inmensidad?
Paco y su guitarra clavaron el estandarte de Algeciras
donde se ve la estrella polar, ahora, su estatua, invade la imaginación que la
pupila no puede alcanzar.
El bronce, en esa estatua, se transforma en rico
metal, no importan ni el tiempo ni la edad.
La Barrosa, con su Tico Tico, me susurra al
oído que la cepa andaluza está entre dos aguas; que La
almoraima está en el Monasterio de sal.
Y, embebido por la sombra, con el lacrimal herido
por el recuerdo, me entona una
Malagueña, seguida de una Rumba improvisada por la nostalgia y su
majestuosidad.
Se acercaron las desperdigadas nubes a la sombra de
la estatua, sobrevolaron las arterias de esas manos aladas que
las cuerdas de su guitarra acariciaban, mientras se amarraban.
Las escamas saladas de mar navegaron en el aire para
rendirle pleitesía a la sublime estatua y a su metal.
Hasta el pedestal intentaba elevar la mirada, pero
sin moverse, para no enturbiar la melodía del maestro más especial.
Dios mío y de la Creación ¿Hasta cuándo seguirá la
estatua de Falgueras sin moverse del mundo mortal?
Ahí yace la fuente del alma, mientras la mano sabia
de Falgueras se funde entre los diestros dedos de la estela de Algeciras, en
sacra sinfonía.
Es suplicio para la Bahía, ver a su Paco en silencio,
esculpido en un precioso metal y modelado con cinceles de alma y
espiritualidad.
En la estatua se dejan ver hasta las heridas en la
guitarra y el sudor en sus cuerdas; la arruga del entrecejo y la brisa,
meciendo las pestañas.
Paco de Lucía, el guitarrista universal, y Nacho
Falgueras, escultor con vocación de eternidad, descansad en Paz.
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