lunes, julio 24, 2006

JOSE SARRIA EN EL "DIARIO DE MALAGA"

LA OTRA MIRADA

José Sarria, 24 DE JULIO DE 2006

Lo español en Marruecos


Recorrer el norte de Marruecos y transitar por ciudades y pueblos como Tánger, Tetuán, Asilah, Larache, Chaouen o Kenitra, es como estar dando un paseo por Algeciras, Castellar de la Frontera, Tarifa, Casares, Conil o Chiclana. Ese capricho de la naturaleza que conforma el paso del Estrecho ha provocado una distancia geográfica que la historia y los hombres se han ocupado en convertir en casi infranqueable.

Los sucesivos gobiernos españoles, desde los Reyes Católicos hasta nuestros días, han visto en los “moros” un peligro constante en lugar de unos vecinos con raíces familiares. De ahí que tanto en lo económico, educativo, militar o social el planteamiento hacia Marruecos ha sido de desconfianza, cuando no de menosprecio. Así, las relaciones no han podido ser más desastrosas. Uno de los momentos de mayor torpeza, por parte de España, lo supuso el abandono de lo que fuera su Protectorado. Una salida que no dejaba lazos de unión, ni establecía puentes de ningún tipo; se daba un portazo sin mantener vivas las raíces de lo español en aquellas tierras hermanas.

Hace una semana, el Ayuntamiento de Jimena de la Frontera organizó un “Encuentro Literario Hispano-Marroquí”, al que fui invitado junto a otros escritores. Y allí me encontré con Ahmed Mohamed Mgara y Mezouar El Idrissi, dos escritores que excepto por sus nombres (que les delatan) podrían pasar por cualquiera de nuestros vecinos, amigos o familiares. Dos escritores que desempeñan su labor desde un amor por lo hispano que les ha llevado a dominar la lengua de Cervantes y nuestra historia como propia. Allí son considerados una especie de bichos raros y aquí unos “moros” que no tienen nada que enseñarnos. Junto a ellos Mohamed Chakor, Abderrahman El Fathi, Khalid Raissouini y otros tantos escritores marroquíes siguen empecinados en escribir en español a pesar de que desde España ningún Gobierno, autoridad o institución les eche cuentas.

Recorrer el norte de Marruecos y transitar por ciudades y pueblos donde pueden verse carteles en español y a gente que chapurrea nuestra lengua, sin ningún tipo de ayuda o atención por nuestros gobiernos, es darse cuenta de que la torpeza de quienes nos gobiernan no ha podido ser más inútil y estúpida. Si no que se lo pregunten a los franceses que han sabido mantener después de tantos años y tanta distancia su influencia en el pueblo marroquí.

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