MULAY ECH-CHEIJ, EL LLAMADO DON FELIPE DE AFRICA
( HISPANISTA MARROQUI DEL SIGLO XVI-XVII) -
Por H.Hantout Seidel
La primera vez que descubrí a este extraordinario y no menos singular personaje que es Felipe de África, fue durante un trabajo de investigación en el Archivo de Simancas (Valladolid) en los años 70. Lo primero que me llamo la atención fue su apellido el de AFRICA y después el de Felipe, mi interés creció cuando supe que era nada menos que el príncipe marroquí de la dinastía Saadi el llamado Mulay Ech-Cheij y hoy me siento inspirada para hablar de este hispanista marroquí del siglo XVI-XVII y presentarlo en el portal “Mis ocurrencias”.
Don Felipe de África, hispanista marroquí del siglo XVI, gran poeta en lengua castellana y en lengua árabe. Príncipe de la dinastía Saadí cuyo verdadero nombre es Mulay Ech-Cheij. Nacido en Marrakech, en el año 1566- fallecido en el año 1621 (no se sabe con exactitud si murió en Zamora o en Vigevano cerca de Milano).
Es hijo del sultan Mulay Mohammed Mutawaquil, el llamado El-Mesloj que reinó de 1574 a 1576 siendo destronado por su tío Abdelmalek El Moatassem Billah (1576-1578) soberano este, abierto a la modernidad, habia viajado mucho y aprendió con el contacto turco ciertas innovaciones necesarias al progreso.
Después de su fracaso al trono, Mutawaquil se refugia en España, pidiendo asilo y ayuda a Felipe II Rey de España (1527-1598) quien se lo rechaza aconsejándole vérsela con Portugal,ya que él no tenia ningún interés en perder la buena amistad que entretenía, en aquel entonces, con el sultan reinante Abdelmalek. Felipe II necesitaba asegurarse el dominio de enclaves estratégicos en el litoral atlántico marroquí para garantizar la seguridad de la ruta hacia las Indias orientales, por lo que necesariamente latía un conflicto de intereses entre las monarquías española y marroquí.
En efecto, el Rey Portugués Don Sebastián siempre anheló tener pie en el Norte de África y cuando Mutawaquil fue destronado vino a ofrecerle casi un protectorado sobre Marruecos, acompaño al ejército portugués desde Portugal, desembarcando en Arcila el 12 de julio del año 1578. Esta campaña portuguesa, nacida de la voluntad mística y exaltada del rey Lusitano, iba a tener una profunda trascendencia en la historia
En 1578, el 4 de agosto, tuvo lugar a orillas del río Majazen la famosa “Batalla del Ued El Majazin” o la “Batalla de Alcazarquibir”,o la “Batalla de los Tres Reyes” que ha pasado a la Historia y donde los portugueses fueron derrotados, un desastre dramático que el ejercito portugués sucumbiese ante las tropas del Imperio marroquí que hizo que el país perdiera su independencia. Don Sebastián de Portugal pereció en el campo de batalla, el Sultan reinante Mulay Abdelmalek falleció en su tienda de campaña durante la lucha y el propio Mohammed Mutawaquil, padre de nuestro Felipe de África muere ahogado al cruzar el río en su huida. Por ello se conoce este combate con el nombre de “Batalla de los tres reyes”
El vencedor político de esta batalla en Alcazarquibir será Mulay Ahmed, hermano del sultan difunto que adoptara el nombre de Al-Manssur, el Victorioso, conocido igualmente como el Áureo o el Dorado (Ad-Dahbi) y quien consolido la dinastía Saadí y logro la independencia real de Marruecos respecto a las injerencias europeas y turcas. Los veinte y cinco años de su reinado constituyen un paréntesis de paz, de estabilidad y de prosperidad en la historia de la dinastía Saadita
Mulay Ech-Cheij o Felipe de África es además, el nieto del sultan Mulay Mohammed Ech-Cheij (1554-1557) fundador de la dinastía Saadí y héroe nacional por haber unificado a Marruecos en 1554, cuando anexionó al reino de Marrakech el de Fez, estableciendo en la primera ciudad la capital del nuevo Estado.
Mulay Ech-Cheij fue llevado a España, donde inició a los doce años de edad, un periplo que lo llevo a Portugal entre 1578 a 1586 trasladado mas tarde al cumplir sus 23 años a Carmona de 1589 a 1593. Al parecer y como cuenta el propio escritor, poeta y dramaturgo español Felix Lope de Vega y Carpio (1562-1635) que después que el príncipe de Marruecos asistió a la conocida romería de la Virgen de la Cabeza en Andujar, decide convertirse al cristianismo.
Se traslada a Madrid donde se hizo bautizar en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial el 3 de noviembre de 1593, en presencia del propio rey Felipe II, autor este de la construcción de El Escorial en 1563-84, una de las maravillas del mundo en memoria de San Lorenzo, Mulay Ech-Cheij, en honor a este rey toma su nombre haciéndose llamar Felipe y a partir del momento en que recibe el agua del bautismo se le conocerá con el nombre de Don Felipe de África, seguidamente, el rey de España le dio el habito de Santiago y encomienda. Su madrina fue la infanta Doña Isabel Clara Eugenia, la hija preferida de Felipe II que tenia la misma edad que Mulay Ech-Cheij, los dos nacieron en el mismo año de 1566 .
A partir de estos momentos Don Felipe de África es considerado en la corte del rey de España Felipe II, un personaje de cargo, se le nombra el Grande de España de primera clase, Comendador Caballero de Santiago. Combatió por el Rey de España en Milano y en Flandes y hasta asistió a la boda de Felipe III, rey de España (1599-1614).
Entre 1550 y 1650, el arte y la literatura de España tuvieron gran influencia, en un periodo que hoy se conoce como "El Siglo de Oro" donde sobresalieron grandes escritores y dramaturgos como Lope de Vega fundador de la Comedia nueva o comedia trágica a la española en un momento en que el teatro es un fenómeno cultural para un publico de masa
Y precisamente, toda esta ceremonia de nuestro hispanista marroquí, es descrita por el escritor López de Vega en una de estas comedias, donde Felipe de África es el héroe de la obra “Tragedia del rey Don Sebastián y el Bautismo del Príncipe de Marruecos”, en ella se cuenta toda su vida hasta su conversión y su bautismo, una obra de gran espectáculo interpretada por mas de cincuenta y seis personajes y en la que Lope de Vega, se presenta a si mismo como testigo director de los hechos. En el primer acto el poeta evoca la “Batalla de los tres reyes” y la muerte del rey Don Sebastián de Portugal en 1578, los siguientes actos contienen las escenas del peregrinaje a la virgen de la Cabeza con bellos parajes de poesía popular y rustica. Para Lope de Vega el príncipe de Marruecos, mas que personaje histórico, es un gran amigo y así lo presenta en su obra. Felipe de África mantuvo unas buenísimas relaciones con López de Vega, con quien intercambio poemas dedicados.
El palacio, donde vivió Felipe de África, se encuentra en Madrid en la calle Huertas esquina con la calle Príncipe, antiguo palacio de portadas barrocas que fue a fines del siglo XVI de Ruy López de Vega, y según fuentes, justo frente de la casa viviría el propio Cervantes en el número 18 de la calle Huertas. En sus viajes Felipe de África, visito Italia, Roma y luego Milano donde permaneció hasta 1612.
Mulay Ech-Cheij, redacto un testamento en el que aludía a una hija natural, llamada Josefa de África que se hizo monja del Convento de San Pablo de Zamora. Felipe de África murió en la fé católica, un 4 de noviembre de 1621 Según fuentes, se cuenta que Felipe de África murió en Flandes al servicio de España y que estaba enterrado en San Isidro de Madrid, otros autores cuentan que para Mulay Ech-Cheij, era difícil quedarse en España en el momento de la expulsión de los Moriscos, entonces pasó a Italia y murió en Vigevano cerca de Milano y esta enterrado en la Catedral, desgraciadamente, el lugar de su sepultura, con el tiempo se ha perdido...
Lope de Vega, también dedico el Soneto 169 a su amigo Felipe de África que dice asi:
A don Felipe de África, príncipe de Fez y Marruecos
Alta sangre real, claro Felipe,
a cuyo heroico y generoso pecho
el límite africano vino estrecho,
aunque en grandeza a Europa se anticipe,
porque el cielo ordenó que participe
de otro imperio mayor vuestro derecho
y que se ocupen en tan alto hecho
los cisnes de las fuentes de Aganipe;
tanto os estima a vos, Príncipe, solo,
que un día aventuró para ganaros
con cuatro reyes veinte mil personas,
trocando el bajo por el alto polo,
a Fez en Fe, y a vuestros montes claros
por claros cielos y por mil coronas.
martes, mayo 24, 2011
miércoles, mayo 04, 2011
De mi baúl de los recuerdos.
Cuando se habla en Tetuán de «arquitectura colonial », de «cine colonial » y, en definitiva, de toda manifestación o expresión realizadas durante la época del protectorado español, se suele exprimir un sentido de prejuicios preconcebidos que –de por sí- son incomprensibles. Adjudicar nombres prefabricados a etapas que fueron difíciles, incluso para los «protectores », es ver lo histórico con poco sentido realista. Hay que tratar el pasado como realidad histórica y estudiar sus pormenores con toda objetividad para llegar a conclusiones sanas y concretas que sean capaces de acercarnos a las vivencias de la época con su dulzura y con su amargor.
No me voy a referir a lo que es la arquitectura denominada colonial. Jurídicamente, Marruecos no fue nunca una colonia en su totalidad territorial, sino una zona de protectorado. Tampoco voy a hablar de cine colonial en Marruecos y sí del cine español en nuestro país o con temática marroquí antes, durante y después del «protectorado »(1913-1956) subrayando el paso del centenario de "Marruecos y el cine español" (1903-2003).
Marruecos ha supuesto para los cineastas españoles un tema constante para rodar sus celuloides durante el último siglo siendo, nuestro país, prolifero en cantidad y calidad en lo que a cintas y títulos que las casas cinematográficas españolas impresionaron por nuestras latitudes. Y no se puede ocultar que, conociendo el valor de las mismas, esas películas, cortometrajes o largometrajes, mudas o sonoras, en blanco y negro o en color, todas suponen un soporte documental de infinito valor testimonial que hay que salvar del ostracismo y recuperar para las generaciones actual y venideras.
Muchas copias referidas a la zona norte que estaba sumisa al protectorado español están guardadas celosamente en filmotecas privadas u oficiales dispersas por la geografía española. Muchas están guardadas con esmero y gran dedicación por suponer un interés para los familiares de quienes las protagonizaron(cameramans, empresarios, guionistas, directores…), o para la historia de las regiones o ciudades(muchos empresarios de salas de cine encargaban a las empresas rodarles la presencia de sus soldados en las contienda norteafricana como fue el caso de cántabros, maños y gallegos entre otros), o bien en filmotecas estatales. Para Marruecos sería de interés incalculable recuperar las copias, por lo menos de algunas de esas cintas. No sería tarea fácil por el presupuesto que podría suponer esa «misión casi imposible » pero sería una inversión que inmortalizaría a quienes pudieran apadrinar el proyecto o la operación de recuperación de cintas españolas con temática marroquí.
Las proyecciones de cortos- muy en boga en los inicios del cine y del siglo pasado- referidos al exotismo marroquí de las zonas del sur de Marruecos constituían un aliciente para los cinematógrafos franceses que vendían sus producciones a salas españolas para proyectarlas, o bien las alquilaban a través de casas representantes en la Península. Caso de la casa francesa Pathé Frères quien a través de la casa concesionaria "Vilaseca y Ledesma" envió un equipo de rodaje a Marruecos en septiembre de 1921. O la empresa gala Gaumont que tenía su destacamento de reporteros cubriendo buena mapa de la geografía bélica de Marruecos.
Con los conflictos de la zona rifeña de 1907 como el del Monte Gurugú y del Barranco del Lobo en 1909…las productoras se centraron de lleno para tomar escenas bélicas que, una vez declarada la primera guerra mundial, serviría para llevar a los reporteros destacados en el Rif marroquí, ya experimentados como reporteros de guerra, a los lugares de conflicto para rodar las secuencias trágicas de esa contienda universal.
La rebelión de Mohamed Ben Abdelkrim puso en efervescencia a la cinematografía europea y, de manera muy especial, la francesa y la española que se disputaban el privilegio y el honor de filmar lo más horrendo y escalofriante de la guerra para presentárselo a un público sediento de horrores y ensangrentadas realidades.
Aquellas imágenes, preámbulo para desprestigiar al «moro » aún estando en posición de defensa de su tierra, son de interés documental e histórico para todos los bandos de la contienda y, pese a la intencionalidad inicial de esos reportajes y de las películas posteriores, la importancia siempre estará vigente para cualquier analogía o monografía objetivas. Indudablemente, el famoso NO-DO, (noticiero dominical que duraba toda la semana y que se proyectaba antes de todas las películas de cartelera en todos los cines con informaciones y documentales de carácter publicista de las actividades estatales) creado en 1942 por el régimen franquista, conserva tomas de lo más interesante por haber captado todos los actos relevantes en la zona norte que tenían protagonismo de la Administración como fueron las inauguraciones, las celebraciones y el resto de los acontecimientos que se aprovechaban como publicidad del Estado.
Nuestro país sirvió para rodar películas de temáticas candentes en diferentes épocas como fue el filme rodado por el director español de origen húngaro, Ladislao Vajda, fallecido el 25 de marzo de 1965, que fue realizado en Tánger en 1948 tratando las peripecias de la II guerra mundial.
Termino diciendo, nuevamente, que hay que rescatar para Marruecos lo más que se pueda de nuestra historia reciente recuperando copias de cintas españolas que plasman, aunque no siempre con la fidelidad y objetividad deseadas, parte de nuestro legado. Así se invertiría en algo de vital interés para todos y que constituiría un evento que plasmaría sus huellas a la hora de buscar la procedencia de nuestra identidad.
No me voy a referir a lo que es la arquitectura denominada colonial. Jurídicamente, Marruecos no fue nunca una colonia en su totalidad territorial, sino una zona de protectorado. Tampoco voy a hablar de cine colonial en Marruecos y sí del cine español en nuestro país o con temática marroquí antes, durante y después del «protectorado »(1913-1956) subrayando el paso del centenario de "Marruecos y el cine español" (1903-2003).
Marruecos ha supuesto para los cineastas españoles un tema constante para rodar sus celuloides durante el último siglo siendo, nuestro país, prolifero en cantidad y calidad en lo que a cintas y títulos que las casas cinematográficas españolas impresionaron por nuestras latitudes. Y no se puede ocultar que, conociendo el valor de las mismas, esas películas, cortometrajes o largometrajes, mudas o sonoras, en blanco y negro o en color, todas suponen un soporte documental de infinito valor testimonial que hay que salvar del ostracismo y recuperar para las generaciones actual y venideras.
Muchas copias referidas a la zona norte que estaba sumisa al protectorado español están guardadas celosamente en filmotecas privadas u oficiales dispersas por la geografía española. Muchas están guardadas con esmero y gran dedicación por suponer un interés para los familiares de quienes las protagonizaron(cameramans, empresarios, guionistas, directores…), o para la historia de las regiones o ciudades(muchos empresarios de salas de cine encargaban a las empresas rodarles la presencia de sus soldados en las contienda norteafricana como fue el caso de cántabros, maños y gallegos entre otros), o bien en filmotecas estatales. Para Marruecos sería de interés incalculable recuperar las copias, por lo menos de algunas de esas cintas. No sería tarea fácil por el presupuesto que podría suponer esa «misión casi imposible » pero sería una inversión que inmortalizaría a quienes pudieran apadrinar el proyecto o la operación de recuperación de cintas españolas con temática marroquí.
Las proyecciones de cortos- muy en boga en los inicios del cine y del siglo pasado- referidos al exotismo marroquí de las zonas del sur de Marruecos constituían un aliciente para los cinematógrafos franceses que vendían sus producciones a salas españolas para proyectarlas, o bien las alquilaban a través de casas representantes en la Península. Caso de la casa francesa Pathé Frères quien a través de la casa concesionaria "Vilaseca y Ledesma" envió un equipo de rodaje a Marruecos en septiembre de 1921. O la empresa gala Gaumont que tenía su destacamento de reporteros cubriendo buena mapa de la geografía bélica de Marruecos.
Con los conflictos de la zona rifeña de 1907 como el del Monte Gurugú y del Barranco del Lobo en 1909…las productoras se centraron de lleno para tomar escenas bélicas que, una vez declarada la primera guerra mundial, serviría para llevar a los reporteros destacados en el Rif marroquí, ya experimentados como reporteros de guerra, a los lugares de conflicto para rodar las secuencias trágicas de esa contienda universal.
La rebelión de Mohamed Ben Abdelkrim puso en efervescencia a la cinematografía europea y, de manera muy especial, la francesa y la española que se disputaban el privilegio y el honor de filmar lo más horrendo y escalofriante de la guerra para presentárselo a un público sediento de horrores y ensangrentadas realidades.
Aquellas imágenes, preámbulo para desprestigiar al «moro » aún estando en posición de defensa de su tierra, son de interés documental e histórico para todos los bandos de la contienda y, pese a la intencionalidad inicial de esos reportajes y de las películas posteriores, la importancia siempre estará vigente para cualquier analogía o monografía objetivas. Indudablemente, el famoso NO-DO, (noticiero dominical que duraba toda la semana y que se proyectaba antes de todas las películas de cartelera en todos los cines con informaciones y documentales de carácter publicista de las actividades estatales) creado en 1942 por el régimen franquista, conserva tomas de lo más interesante por haber captado todos los actos relevantes en la zona norte que tenían protagonismo de la Administración como fueron las inauguraciones, las celebraciones y el resto de los acontecimientos que se aprovechaban como publicidad del Estado.
Nuestro país sirvió para rodar películas de temáticas candentes en diferentes épocas como fue el filme rodado por el director español de origen húngaro, Ladislao Vajda, fallecido el 25 de marzo de 1965, que fue realizado en Tánger en 1948 tratando las peripecias de la II guerra mundial.
Termino diciendo, nuevamente, que hay que rescatar para Marruecos lo más que se pueda de nuestra historia reciente recuperando copias de cintas españolas que plasman, aunque no siempre con la fidelidad y objetividad deseadas, parte de nuestro legado. Así se invertiría en algo de vital interés para todos y que constituiría un evento que plasmaría sus huellas a la hora de buscar la procedencia de nuestra identidad.