jueves, agosto 30, 2007


LA OTRA ORILLA
Por: José Sarria Cueva
Dedicado a: Ahmed M. Mgara

Me hablará tu mirada
de jardines de enamorados
donde las tórtolas zurean
entre azahar y almendros florecidos,
del agua del islam,
de olivos, surtidores,
acequias y molinos arabescos.

Me hablará de canciones de jóvenes poetas
del éxtasis de los sufíes
de ulemas amantes de Dios
que no aprueban la sangre de los mártires,
de arquerías y aleyas,
de pétalos de paz,
de la misericordia
que ilumina madrasas
y mezquitas.

Y me hablarán tus gestos
de rojas alcazabas
de generosos zocos
y del color de sus especias,
de pupilas de jóvenes
buscando la sorpresa tras el velo,
de la sabiduría, de vergeles,
del perfume a jazmín
que embriaga los sentidos.

Veré
en tus palabras
a mis padres y a sus padres llegar
de un pasado glorioso.
Y sabré que al mirarte
o al estrechar tu mano,
en la Plaza del Feddan,
mientras bebemos una taza
de te
o compartimos un narguile
estaré alcanzando
la otra orilla que me faltaba.


(*) Plaza del Feddan es, quizá, la plaza más hermosa de Tetuán.

INMIGRACION: PERSPECTIVAS DESDE EL TERRITORIO
Por: Patricio González García


He leído en algún póster, hace tiempo, unas palabras que me impactaron. Decía así: “Tú Cristo es judío. Tu coche, japonés. Tu democracia, griega. Tu café, brasileño. Tus vacaciones, Turcas. Tus cifras son árabes. Tu escritura, latina. Y tu vecino... ¿Es un despreciable extranjero?
Nos cuesta reconocer que todos somos iguales en dignidad y derechos humanos. El extranjero también es un hermano. Nos acostumbramos con gran facilidad a todo lo extranjero si nos resulta útil, si nos sirve. En cambio, cuando se trata de personas, comienza la discriminación.
En lugar de ver en el extranjero pobre a un hermano, vemos un competidor que puede quitarnos el puesto de trabajo o puede molestarnos con su manera de ser o actuar.
No olvidemos que la emigración es una movilidad dolorosa que proviene de la urgencia de salir de la miseria en donde uno se encuentra para ir en busca de nuevas metas que permitan una vida minimamente digna.
Emigrar es un derecho fundamental de la persona que debemos respetar. Lo contrario sería una postura racista y xenófoba que en nada favorece la construcción de una sociedad justa y humana.
Además, los emigrantes han ayudado a levantar Europa con su esfuerzo y trabajo. Ellos han hecho las labores más difíciles que los europeos ya no querían realizar. Pagarles con hostilidad, sería una terrible injusticia.
Y si en cualquier punto de España ó de Europa, todo lo que se refiere a la inmigración, tiene ya de por sí, una gran importancia. En nuestra comarca del Campo de Gibraltar, su repercusión, su enfoque práctico, su exacta dimensión y alcance, reviste ya un interés especialísimo.
Somos y debemos tener plena conciencia de ello, un punto neurálgico en las comunicaciones internacionales.
Que el ser Puerto y frontera sur de Europa, comporta unas responsabilidades que debemos afrontar bajo el enfoque de la eficacia y la especialización. Que no podremos dar respuesta a los problemas que se nos planteen o vertebrar las actuaciones necesarias, sin un conocimiento exacto del tema.
Somos una línea de horizonte en la que confluyen, de una parte, la esperanza, el miedo, la despedida y, por desgracia, en la mayoría de las ocasiones, la muerte.
Y de otra parte, la barrera, lo exótico, la distancia y la persecución.
Somos testigos, sin quererlo, de un drama que vuelve y vuelve cada año.
Somos ciudadanos de Europa, mal que nos pese, ciudadanos del mundo. Somos socios de número de la Humanidad. Nada de lo que acontece, nos puede ser ajeno.
Y lo que acontece es que se están muriendo a ojos vista, a manos llenas, a chorros. Se nos mueren en las manos.
No es fácil. Cualquier decisión tiene sus costes. Y ninguna garantiza la eficacia. Habrá quien diga que son bastardos intereses políticos. Pero, desde luego, lo que no podemos hacer es quedarnos con lo brazos cruzados ante el televisor.
Algo tenemos que hacer. Ojala que esta vez no lleguemos tarde. Ojala, esa palabra tan andaluza y tan árabe, que la solidaridad se esté abriendo ya paso.
Esos muertos. Y esos muertos en vida que se resisten a ser muertos en muerte, son nuestros muertos.
Dice Fernand Braudel que en el concierto del Mediterráneo, el hombre de Occidente no debe escuchar, exclusivamente, las voces que le son familiares. Siempre existen otras voces, las extranjeras. Y el teclado exige las dos manos.
Las palabras de Braudel, resultan especialmente significativas en el área del Estrecho de Gibraltar.
En un espacio reducido, convivimos en la cercanía, y al mismo tiempo, en la lejanía, pueblos muy próximos entre sí y, al mismo tiempo, muy alejados.
Gibraltar, Marruecos y España, confluyen en un triángulo en el que el mar, el Estrecho, nos une y nos separa.
A pesar de la historia y de los elementos comunes, la percepción que tenemos de nuestros vecinos está plasmada de percepciones erróneas, de desconocimiento, en suma. También, en muchos casos, de problemas.
Y todo ello, ya en pleno siglo XXI, donde imperará el intercambio de ideas, la transferencia de conocimientos y el mundo de la comunicación.
Ello exige un esfuerzo conjunto de cooperación, de diálogo y de ayuda mutua, estimulando las relaciones entre nuestras respectivas sociedades, promoviendo la activación internacional, intereconómica e intercultural entre los pueblos que se asoman al Estrecho.
Es misión de todos nosotros, contribuir a la creación de ese marco de diálogo y de cooperación mutua. La Carta Europea de Autonomía Local (Estrasburgo, 1985) y la Carta de la Autonomía Municipal Iberoamericana (Caracas, 1990), reflejan la dimensión de la autonomía como factor de progreso y de articulación social.
Y en el Campo de Gibraltar, en Algeciras, ese factor de progreso y de articulación social, por nuestras peculiaridades geográficas, no puede entenderse sin esa necesaria cooperación y colaboración con nuestros más cercanos vecinos y con todo el norte de Africa.
Y la formación es la base fundamental para lograr ese objetivo, para alcanzar ese marco de cooperación, de ayuda y de desarrollo mutuo.
Resulta curioso, pero el título de Pontífice, lo ha acaparado el Papa, pero significa, quiere decir literalmente, constructor de puentes.
Es un título que entusiasma, porque no hay tarea más hermosa que dedicarse a tender puentes hacia los hombres y hacia las cosas.
Sobre todo en un mundo en el que tanto abundan los constructores de barreras.
Un profesor mío me dijo una vez: “No hables nunca a la gente. Habla con la gente “.
Hay que conseguir tender un puente de ida y vuelta porque si no es así, no te oirán.
Algeciras a 23 de Agosto de 2007
Patricio González

martes, agosto 28, 2007






'Artistas sin barreras', una organización compuesta por israelíes y palestinos, protestan a través del arte y la no-violencia contra la construcción del muro que se ha transformado en un destino obligado de los turistas EFE - Jerusalén - 27/08/2007 El muro que separa a Israel de Cisjordania se ha convertido en una serpiente gris que se contornea por colinas y montañas con decenas de graffiti que activistas y visitantes han dejado sobre su piel de cemento. "Libertad para Palestina", "Detengan el muro racista" y "Nuestra imaginación es su destrucción" figuran entre los mensajes escritos en el muro con aerosoles, brochas o pinceles. Y las técnicas son tan variadas como los idiomas en que están escritos los mensajes: inglés, árabe, italiano, francés, castellano o vasco.El muro comenzó a construirse en 2002 durante el gobierno del entonces primer ministro israelí, Ariel Sharón, para evitar la infiltración de terroristas suicidas palestinos en Israel, en una iniciativa que suscitó las críticas de la comunidad internacional por considerarla un símbolo de la segregación. El Tribunal Internacional de Justicia de La Haya lo declaró ilegal en 2004, ya que la barrera corta tierras palestinas y ha aislado a alrededor de 450.000 personas.'Impresionante y triste'La censura generalizada fuera de Israel no ha impedido, sin embargo, la curiosidad popular por la construcción, una combinación de vallas electrónicas, bloques de hormigón de hasta nueve metros de altura y torres de vigilancia. "Este sitio es visitado por muchos turistas que quieren conocerlo, leer los mensajes o escribir sobre él", dice Najer, un taxista de Belén que espera a una pareja de jóvenes checos que tocan el cemento y se fotografían con el muro de fondo, como durante décadas los visitantes hicieron en el Muro de Berlín. "Vinimos a tocarlo con nuestras manos y me parece impresionante y triste que exista. No pensé que hubiera tantos mensajes y espero volver a por un pedazo cuando caiga", dice Anika, la turista checa que se inmortalizó junto a su compañero ante el muro, ahora escala obligada de cualquier viaje por Israel y los territorios palestinos.El gobierno israelí ha asegurado que el muro, considerado el proyecto más costoso y controvertido en la historia del país, es una solución temporal para frenar la violencia. Alegan, además, que desde que se levantó ha reducido drásticamente el número de ataques suicidas. Los defensores de derechos humanos, sin embargo, mantienen que el muro llegará a ser la línea divisoria de Israel con un estado independiente palestino, y critican que en su construcción no se tuvieran en cuenta las fronteras marcadas por la ONU y la apropiación de territorios por Israel."A través de este muro se están expandiendo los asentamientos israelíes. Hace unos días, Israel levantó dos torretas nuevas de control en medio de una aldea palestina", dice Salah Tamir, alcalde de la ciudad de Belén, por la que pasa la barrera. Con un tono de tristeza en la voz, Tamir dice que el muro está convirtiendo a Belén en una "gran prisión" al impedir la libre movilidad de sus habitantes.Bolsas de basura y zapatos rotosSi las paredes de esta estructura de cemento hablaran, probablemente contarían las historias de los cientos de activistas que han sostenido pancartas o gritado contra él. También podrían contar los relatos ocultos de todos aquellos que se han acercado al muro para arrojar bolsas de basura o zapatos rotos, o para incendiar camisas y muñecas de plástico que reposan carbonizadas sobre las piedras que lo rodean. Porque en los alrededores del muro, cerca de la tumba de Raquel (esposa de Jacob en la Biblia) y de la mezquita de Bilal en Belén, se ven montañas de basura que se ha acumulado a su alrededor y le han dado un toque de inmundicia al paisaje.Lo cierto es que, por una razón u otra, el muro a nadie deja indiferente. Un grupo de israelíes y palestinos crearon una organización llamada Artistas sin barreras para erradicar las fronteras de separación entre ambos pueblos y protestar a través del arte y la no-violencia por la construcción del muro. Artistas de varios países, además, se han reunido alrededor de él para exhibir pinturas, proyectar películas, ofrecer conciertos, colgar fotografías o crear vídeos, como Tres ciudades (Tel Aviv, Ramala y Nueva York) contra el muro. "Éste es el resultado de los extremistas palestinos e israelíes, y seguirá existiendo mientras ellos existan", concluye Musa, un taxista palestino que estaciona todos los días su vehículo amarillo apenas a un palmo de la, tristemente célebre, construcción.